Estos conceptos son sinónimos uno del otro y no existe diferencia alguna en el contexto de una funeraria. Cuando una familia llama para pedir presupuesto de cremación está pidiendo también presupuesto para incineración y viceversa. Solo hay una pequeña diferencia y es a nivel de lo que dice la RAE.
La RAE define la incineración como acción y efecto de incinerar. El concepto hace referencia a un sistema de la física en el que un residuo orgánico es tratado con altas temperaturas y un tratamiento térmico para pasar a la combustión. El objetivo final de este proceso es que el residuo orgánico pase a convertirse en cenizas.
La cremación se define por la RAE como incinerar, pero a pesar de que parezca lo mismo la verdad es que no lo es. Esto debido a que el proceso de cremación se define como un proceso físico de incineración que se aplica a una persona que ha fallecido, y es en este momento en el que se aplica el término de cremación.
La cremación es un proceso que ha sido admitido por la Iglesia Católica desde el año de 1963, momento hasta el cual era totalmente contraria. Cuando se realiza el proceso de cremación de un difunto se entregan las cenizas a los familiares.
En algunos casos optan por quedarse con las cenizas del difunto en casa, o esparcirlas en alguna montaña o en el mar. Sin embargo, otras personas optan por comprar un columbario, donde pueden ir a visitar al difunto.
Es importante considerar que, cuando el tanatorio no tenga hornos crematorios, el cadáver debe ser transportado hasta la instalación de cremación más cercana.
La diferencia entre ambos conceptos básicamente se debe a la aplicación del proceso físico que conllevan, porque el proceso es el mismo en ambos casos. Sin embargo, se diferencian de la siguiente forma:
Como puedes ver, la diferencia entre ambos procesos se basa únicamente en el sólido que se quema y no en el proceso como tal. Esto debido a que todo el proceso físico será igual e implica el fuego para su ejecución.
Esto no siempre es así, y en la mayoría de los casos estará completamente con la propiedad del nicho o si se tiene que adquirir o alquilar. Dependiendo de las zonas geográficas el valor de los nichos puede variar considerablemente.
Por este motivo, existen algunos casos en los que puede que cremar a un difunto sea más barato, mientras que otros no. En las grandes poblaciones, por lo general la compra de un nicho tiene un precio bastante elevado. Es en estos casos que la cremación puede llegar a ser la opción más económica.
Siempre será mejor consultar las opciones antes de tomar una decisión, puesto que se debe tener en cuenta el presupuesto que se puede pagar.
La cremación es un sistema que puede llegar a resultar económico. Normalmente los precios de este proceso pueden variar dependiendo de la Comunidad Autónoma, y por la empresa funeraria que se contrate.
En promedio, nos encontraremos que con precios que suelen oscilar entre los 2.800 y los 3.000 euros dependiendo de la empresa que se contrate para el proceso.
La verdad es que no es obligatorio que los familiares se encuentren al momento de hacer la cremación. Lo que sí se debe tener claro es que toda la documentación sobre el proceso crematorio esté completamente cumplimentada antes de iniciarlo. De esto se encarga la funeraria.
Todos los documentos necesarios son proporcionados por la empresa de servicios fúnebres, y suele ser específica para cada funeraria. Si los documentos están en orden y se hacen llegar al personal del crematorio se podrá iniciar el proceso sin necesidad de estar presente durante el proceso.
Existen registros arqueológicos en los que se han encontrado evidencias de esta práctica desde el Neolítico. Se considera que es un proceso que se comenzó a hacer por higiene y porque era menos peligroso para los vivos.
En oriente las cremaciones eran bastante comunes cuando se producía algún tipo de plaga. Por este motivo, se tienen registros desde la edad de bronce, cuando también aparecieron las primeras urnas funerarias.
Por otra parte, durante la época romana y griega también fue muy popular. En este momento los primeros cristianos comenzaron a prohibirla, lo cual estuvo en vigor durante muchos siglos. Durante la edad media existían casos en los que se desenterraban cadáveres para que fueran incinerados como un castigo.
Sin embargo, no fue hasta tiempos relativamente recientes cuando la iglesia comenzó a admitir de nuevo el acto de cremar. Esto debido a que la resurrección de los muertos dejó de ser tan literal.
Este es un proceso que se tiene que realizar con la máximas condiciones sanitarias e higiénicas. Esto se debe a que, al quemar un cuerpo, se liberan diferentes gases tóxicos con dioxinas y elementos metálicos que suelen ser metales pesados, los cuales no son buenos para la salud ni para el medio ambiente, por lo que su tratamiento debe ser el adecuado.
Además, es un proceso que se tiene que realizar con el máximo respeto y cuidado por el difunto y sus familiares. Es importante considerar que, la incineradora no distingue entre lo que se quema y lo que no.
Por este motivo, el proceso se debe hacer únicamente con un cuerpo a la vez, para que se puedan mantener las cenizas resultantes lo más puras posibles. De esta forma, se pueden entregar las cenizas del difunto a sus familiares, y se puede asegurar que son las cenizas de su familia, lo que aporta un mayor grado de seguridad.